A principios del siglo XX, el 5 de octubre de 1908, el Colegio de La
Inmaculada, abría sus puertas por primera vez y congregaba a las estudiantes de
la Costa, la Sierra, y aún del Oriente, al sur de la Ciudad de Quito, en un
edificio de las calles Maldonado y Upano. Su fundadora y primera Superiora, la
Rvda. Madre Saint Jean, trajo de Bélgica, de la Casa Generalicia, los últimos
adelantos de la Ciencia, de la Educación y la Cultura para impartirlos en el
nuevo Colegio.
En
esta Institución se educaron muchas generaciones hasta el año de 1963, en que
salió la última promoción de Bachilleres. Las autoridades de la Congregación
decidieron en este año, trasladar el Plantel al norte de la ciudad de Quito. A
los 55 años de existencia, el Colegio se ubicó en el sector de la calle
González Suárez, lugar que en aquel entonces, estaba rodeado por bosques que se
extendían hasta la Av. 6 de Diciembre.
En
la actualidad, el Colegio se ha transformado en una Unidad Educativa
Experimental que cuenta con Educación Prebásica, Básica y Bachillerato en las
siguientes especializaciones: Contabilidad, Físico-Matemáticas,
Químico-Biológicas, y Ciencias Sociales.En los albores del Centenario de la
fundación de la UNIDAD EDUCATIVA DE LA INMACULADA y ante el acelerado proceso
de la ciencia y de la tecnología, se hace inevitable el mejoramiento pedagógico
permanente y la innovación del proceso educativo, para que nuestros estudiantes
continúen en la tarea de educarse para ser y obrar. Queremos evaluar su
comportamiento con la vivencia consciente de los valores cristianos impartidos
en el Evangelio y las enseñanzas de Juan Martín Moyë,. Así responderemos
crítica y constructivamente a las exigencias y retos del país y del mundo.
Por
ello, con este afán noble de servicio educativo y motivadas con las normas de
calidad del ISO 9001, la Comunidad Educativa de la Inmaculada sustenta el
presente Proyecto Pedagógico con miras a generar el desarrollo humano,
intelectual, psicomotriz, afectivo, volitivo, espiritual y de conciencia. De
esta manera lograremos vivir en un ambiente humano-cristiano y social animado
siempre por los principios de la Iglesia Católica.
Muy
pronto Juan Martín manifestó su deseo de ser sacerdote. Hizo sus estudios en la
Universidad de Estrasburgo y en el Seminario Mayor de Metz.
Ordenado
sacerdote en 1754, fue nombrado Vicario de Metz. Su trabajo misionero en los
alrededores de la ciudad le permiten descubrir la inmensa ignorancia religiosa
de la población que habitaba los campos más abandonados. Invita, entonces, a
jóvenes apóstoles y funda con ellas a las hermanas de la Providencia. Parte
para China como miembro de las misiones extranjeras de París. Reúne, también
ahí a señoras y jóvenes para que le ayuden en la evangelización de ese país.
Regresa
a Francia poco antes de la revolución; obligado a exiliarse en Tréveris, muere
allí el 4 de mayo de 1793 antes de los cuarenta años. Es proclamado Beato por
el Papa Pio XII, el 21 de noviembre de 1954.
Fundada
sobre las cuatro virtudes de pobreza, sencillez, caridad apostólica y abandono
en la Providencia, la primera escuela, abierta en el caserío de St-Hubert,
Vigy, en 1762, dio nacimiento a seis congregaciones diferentes y, en estos
últimos tiempos, a asociaciones de seglares que desean participar de la misma
espiritualidad.
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